25/3/08

Una joya

No hace tanto que languidecía. Sin embargo, hoy podemos afirmar que la Semana Santa de Huesca se ha convertido en una joya que resplandece.

Hacia dentro, porque implica la participación de miles de personas y entre ellas muchos jóvenes (terminado o aparcado el debate sobre el renovador exceso de tambores), echa a la gente a la calle, brinda valores culturales (lo mismo de escultura, que de tradiciones populares), activa el retorno y reencuentro de muchos oscenses que viven fuera y que vienen a revivir estos días -antes que irse a la playa o a la montaña-, permite la transmisión entre generaciones de cierto orgullo local e incluso, abre espacios para la reflexión íntima (sobre todo de los creyentes, claro está) además de generar actividades que merecen la pena por sí mismas.

Resplandece hacia afuera, porque su declaración de interés turístico y su permanente mejora (por ejemplo, recuperando actos y costumbres suspendidos durante décadas), supone un atractivo de primera categoría y un elemento de promoción de la ciudad, ahora que cada vez es más valorado el ocio cultural, de eventos, de interior. Huesca se está convirtiendo progresivamente en un referente durante estas fechas para un turismo familiar que puede alternar la nieve, la naturaleza, los monumentos, la gastronomía, el deporte de aventura y la Semana Santa. Es verdad que este año nos ha favorecido el calendario y los elementos, pero opino que en adelante, esa referencia puede aumentar.

Haríamos bien (y debería hacer el Ayuntamiento más) en convertirnos en publicitarios de todo esto y darnos una ración de satisfacción y reconocimiento de alguna de las virtudes de Huesca, como ésta.

Por lo pronto, gracias a quienes lo han hecho posible (las cofradías destacadamente) y ésta es mi contribución para tratar de creer más en nuestra ciudad. Espero que coincidas conmigo, al menos parcialmente.


Imagen obtenida en http://usuarios.lycos.es/descendimientohuesca/

5 comentarios:

Jorge Orús dijo...

Es de justicia y dices bien. Creo que también es necesario reconocer a quienes en años de flaquezas (cuando casi resultaba vengonzante salir en las procesiones) mantuvieron el asunto.

Anónimo dijo...

Nada más tétrico que una procesión de éstas. A mi hija le da miedo. A mí espanto tener que explicarle que todo ese boato es para conmemorar el asesinato de una persona que se ha deificado. Por otra parte la imaginería produce pesadillas (sangre, tortura, muerte) por no hablar de los encapuchados.
Me parece bien que los creyentes expresen sus manifestaciones religiosas, nada que objetar, lo que me parece lamentable es la utilización comercial de las creencias personales y sobre todo la confusión de un elemento religioso que representa a un grupo, más o menos numeroso de creyentes, con un elemento cultural que representa a la totalidad de la población.
Si bien hace años tan sólo había una procesión muy minoritaria en toda la Semana, ésta estaba compuesta por verdaderos creyentes, ahora, con muchas procesiones, ni hay fe, ni pasión, ni nada de nada.
Yo no soy creyente, y respeto las creencias de los demás, pero puedo criticar lo que creo es hipocresía.

Guillermo dijo...

Tienes razón, Jorge. De alguna manera, con la mención que introduje sobre las cofradías quise decirlo pero debí explicarme con más claridad.

Ya sabes, por otro lado, que estas cosas finalmente nunca se reconocen y quedan para la satisfacción íntima.

Por ejemplo, ahora el fútbol de la SD Huesca es un clamor pero pocos recordarán a los que más de una vez han salvado al club de su desaparición o a los que (me parece que tú entre ellos) seguían acudiendo a pasar por taquilla en el Alcoraz pese a las inclementes tardes invernales de la Tercera autonómica, no hace tanto.

Otro ejemplo (que me cuentan), ¿alguien se acuerda de amaneceres del 10 de agosto cuando en la plaza sobraba sitio para ver a los danzantes? Los irreductibles de esa época seguro que sí, aunque hayan pasado algunas décadas. No siempre el fervor y la militancia oscense se ha expresado masivamente, aunque algunos crean que es consustancial.

Guillermo dijo...

Es interesante lo que planteas, anónimo. Daría para un largo debate, donde poner en solfa a la Navidad, las fiestas de San Lorenzo, los toros, la Virgen de Lourdes, el Día del Padre,... y varias docenas más de celebraciones, hasta preguntarnos por el papel remezclado que ejercen en nuestros días la tradición, la costumbre, la religión, la cultura, el comercio, la masa...

Te confieso que más de una vez he repensado y dialogado sobre todo eso, sin llegar a ninguna conclusión eficiente. Por eso, de momento, soy mucho más simple que todo eso y me limito -quizá equivocadamente- a describir y a considerar importante lo que me parece que lo es y puede serlo. A buscar lo positivo, tal vez erróneamente, mirando a las hojas o a las ramas, pero menos al tronco y las raíces.

Por otro lado, las religiones suelen ser bastante tétricas, porque ese contacto con lo sobrenatural se las trae, me parece.

Guillermo dijo...

Alguien coincide en el calificativo de "joya" y se pone, con mucho mérito, manos a la obra de la promoción:
http://www.cristodelperdonhuesca.com/