Más todavía

En el último hilo de comentarios sobre la regulación administrativa del ocio nocturno oscense, reconocía que "ya me he perdido en este asunto". Continúo tratando de encontrar razones o explicaciones, pero el laberinto se enreda.

Parecía claro (y unánime) que al menos un establecimiento del centro urbano o quizá más de uno, recibiría licencia de café-cantante para abrir hasta la madrugada. Así se publicó y no fue desmentido, de momento.

Sin embargo, pocos días después, hemos sabido que estaban denegadas todas las solicitudes, a la espera de la aprobación (supongo que primero, inicial y luego, definitiva) de la Ordenanza de Hostelería que prepara el Ayuntamiento. ¿Meses? Incluso en esta revisión de licencias, hay garitos en riesgo de perderla. O sea, de manga ancha, nada de nada. ¿Se habrán dado cuenta de que forzosamente mucho personal se está acostumbrando al horario restringido de copeo y que se busca sus entretenimientos a partir de las 4'30? ¿O será por causa de la lluvia y volverán los problemas con el calorcito que anima a botellones, vándalos y ciudadanos que -como yo- no encontramos el camino a casa?

Con todo, mantengo que la aplicación de la legalidad va a ser la única salida para la ausencia de criterio y el miedo -razonable- a equivocarse de nuevo. Sin embargo, también sería exigible que hubiera más estabilidad y un pensamiento en línea no tan sinuosa. Se ha bailado la yenka demasiadas veces, como si el Ayuntamiento (algo parecido al PP nacional) estuviera dividido entre duros y pactistas, que se alternaran en la toma de decisiones o en la difusión de objetivos.

La Manhattan precintada por dos meses (hasta su web no se actualiza, como ves en la imagen) es, con mucha probabilidad, una muestra de esa dualidad. ¿Alguien cree que esa sala llegó como el maná para acoger noctámbulos cuando el problema de los bares arreciaba, se metió en gastos y abrió sin contar con cierta previsión de permisividad, pese a los requisitos que se le impusieron al principio? Es una duda lógica. ¿Se engañaron los propietarios? ¿Entendieron mal la situación y las palabras o las actitudes de representantes municipales? ¿Pensaron que estaban invitados a la barra libre que se le puso al Kafka? La realidad fue que ya antes del trágico accidente a sus puertas, acumulaba denuncias. Aquellas muertes la pusieron en la picota definitivamente. Después, ha sumado infracciones hasta el tope. Palo largo.

Sigo perdido y esperando a que la ordenanza en ciernes me proporcione un mapa. Por lo pronto, en estos fines de semana, volvemos a la limitada oferta marchosa de la primavera pasada. ¿Y qué? Pues no sé.

De todas maneras, continúa sin haber nadie contento con todo esto.

(Actualizo: el Diario explica más detalles.)