13/9/07

Otra

Mildred se fue al garete porque su gestión empresarial hizo caminar a la empresa durante años al filo de lo imposible. Una vez precipitada al abismo, no había salvación a través de medios propios, la contribución pública directa se planteó inviable y la aportación privada no llegó porque el propio peso desequilibrado de Mildred la arrastraba a un incierto porvenir como un lastre y porque trataron de sacar todos lo máximo con los restos del naufragio. Los paganos: cientos de parados, sus familias y la ciudad entera que ve agujereado el mínimo ropaje industrial que la cubre y que debe abrigarla en el futuro.

Baes desaparece porque no es más que una gota de agua en un océano de una multinacional que prefiere desviar la producción a otros centros, pagar lo que se vea obligada a pagar por los despidos y a otra cosa mariposa.

En su momento, se quisieron buscar comparaciones entre el cierre de Mildred y el cierre de Delphi. Podría haberlas -muy relativamente y con amplias diferencias- en cuanto a la importancia laboral o social de aquélla en Huesca y de ésta en Puerto Real (Cádiz). Pudo haberlas -quizá aún pueda- entre las soluciones “póstumas”: el gobierno andaluz asumió la responsabilidad de buscar nuevas posibilidades. Sin embargo, no tenía nada que ver una “quiebra” local con la decisión -tomada muy lejos- de recoger los bártulos y adiós. Esto segundo, es lo mismo que ha hecho Koxka o Hussmann o Ingersoll-Rand, que es la madrastra del cuento.

Compra de la sociedad, integración en una gran compañía, naves alquiladas, planes impuestos, sucesivos recortes de plantilla, no renovación de dotación material y humana… y finalmente, sacan la chequera y hacen como algún jefe ha hecho alguna vez con algún empleado: “¿cuánto me cuesta echarte? ¿Cuatro millones? Los tengo. Toma. Hasta luego”. Al menos los trabajadores no salen malparados en este aspecto, pero… es lo único. Muchos tendrán que buscarse nuevas vidas. Su experiencia y capacitación puede ayudarles (peor lo tiene la gente de Mildred) pero...

Por la Baes oscense, nada que hacer. Los americanos no piden nada a las administraciones públicas, ni quieren nada. Lo mismo compran que se marchan. A lo grande. Es su cultura empresarial. ¿Nos conviene cerrar? Sí. ¿Podemos cerrar? Sí. Cerramos. Y el currante de Chicago coge los dólares, la familia, el perro y cuatro muebles y se marcha a Indianápolis o a Seattle, donde haya trabajo.

Aquí pensamos de otra forma. El Ayuntamiento ha enseñado los dientes por escrito y en persona. Pues vale, había que hacerlo, aunque fuera imposible lograr nada.

El hecho es que otra industria se va. Algo se ha dicho de crear un taller por parte de los propios trabajadores… No veo mucho ambiente, la verdad.

¿Y Huesca? Parece que estemos esperando a que caigan del cielo nuevas inversiones empresariales. Pero ¿se sabe algo del grado de ocupación de PLHUS a menos de un año (presuntamente) de acabar sus obras? ¿Se ha ido a algún sitio a promocionar realmente esa plataforma y la ciudad en general como polo de implantación? ¿Se va a tratar de hacer algo (algún nuevo polígono, una campaña) para cambiar este clima depresivo en el sector que se está extendiendo a la ciudad en su conjunto? Serán cosas mías que estoy negativo.

4 comentarios:

Cambridge dijo...

Yo sólo sé, que ya no conozco a esta ciudad.

Anónimo dijo...

Pienso que los creativos tenéis más sensibilidad para esas cosas del "clima social" pero ¿a qué te refieres? ¿al "paso de todo" general o al contrario parcial?

Cambridge dijo...

Ha habido tantos cambios, que ya no sé dónde vivo. El paso del tiempo nos deshubicúa. Me cuestiono todo, y a todos, y sin embargo, tengo que seguir apostando por un futuro posible. :(

Lazos que nos unan aún, eso es lo que busco.

Anónimo dijo...

Por lo pronto, esa apuesta por un futuro posible nos une a unos cuantos aunque no sé cuantos.
En cuanto a los cambios, a veces (salvo el maquillaje de nuevos barrios) tengo la impresión simétrica: nada varía, todo es igual y el tiempo pasa para mí, mientras el paisaje urbano y colectivo es casi el mismo.