1/10/09

Tres píldoras (olimpismo, Marcelino, crisis) y una coda

Hoy toca un texto de varios textos breves.


Olimpismo

Supuestamente, toda España apoya la candidatura de Madrid 2016. Personalmente percibo indiferencia general y pesimismo mal disimulado entre sus promotores y quienes se suman esa presunta "corazonada" de obtener la designación. Desde mi limitada perspectiva, prefiero que fracase y que aplacen la presentación de una nueva candidatura capitalina. ¿Por qué? Para que Aragón pueda impulsar realmente y con respaldo central y serias posibilidades, su propia candidatura a los juegos olímpicos de invierno. Mientras Madrid siga en liza, no habrá alternativa. Nuestros juegos significarían resolver de una vez el déficit en infraestructuras en el Alto Aragón, ordenar a futuro el sector de la nieve y ponernos en el mapa, entre otras consecuencias. España ya tuvo sus juegos de verano y le toca a los Pirineos. Por ejemplo, si se presenta un proyecto olímpico conjunto con Francia ¿alguien duda de que se haría la Travesía Central que necesitamos para abrirnos al Norte? Fuera como fuera, incluso con las sedes concentradas en las montañas, Huesca saldría beneficiada.

(Mi maldad va más allá al desear que Gallardón no consiga sus juegos y deje la alcaldía para asaltar la política española y encabezar una derecha civilizada o civilizar la derecha que hay).


Actualizo: Madrid no será y algunos medios tratan de mover el manzano.


Marcelino

Un titular del Heraldo de esta semana dice lo siguiente:

Marcelino: "Es muy gratificante ver un partido tan completo"

¿Es Marcelino Iglesias hablando de su PSOE? ¿Se le habrá ido la pinza?


Crisis

La prensa destaca (dos ejemplos) que en septiembre, después de más de un año de caídas, han aumentado las cifras de matriculaciones de vehículos. Es una noticia en principio positiva pero esconde su perversión en la magnitud con la que se mide ese resultado: se trata de un incremento de ventas respecto al mismo mes de 2008.

Me explico. Si en un mes se venden 70.000 automóviles, en ese mismo período del año siguiente habrá que vender y comprar 75.000 para seguir creciendo. Y al año siguiente, 80.000. Cada mes y cada año habrá que subir el listón porque de lo contrario, ¡estancamiento, horror, crisis, despidos! 100.000, 150.000 coches más y más y más... Esa espiral ansiada, esas magnitudes y conceptos, ese crecimiento permanente como objetivo, esa forma de entender el desarrollo son precisamente las razones esenciales del crack que estamos viviendo, porque sencillamente son insostenibles en todos los aspectos, más allá de unos pocos años y auguran otro crack al cabo de un tiempo. ¿Vamos a seguir condenados a vivir en ciclos de alzas alocadas y bajas desastrosas? Sin renegar de la economía de mercado, de la libertad de empresa,... del sistema, habría que pedir que se aprendiera algo de esta época y que los criterios económicos al menos se orientaran con mayor responsabilidad.


Coda

De todas maneras, da igual. Lo importante, interesa menos. Ya sé que tengo pocos lectores, pero mi texto anterior sobre la venida a la Tierra de unas hectáreas urbanizables como si tal, ha merecido nula atención, comentario, duda... Será que estoy equivocado en la valoración de los asuntos. Es más: seguro que lo estoy. O estoy solo.

6 comentarios:

HombreRevenido dijo...

Hombre, solo no creo que estés. El problema es que es difícil aportar algo con fundamento con tantas prisas y tan crisis como vivimos.
Pero de eso ya no hablo.
Hablo de olimpismo. A mí me da un poco igual, pero prefiero que gane Madrid. Quizás porque no creo NADA en la candidatura pirenaica a los juegos de invierno.

fatopower dijo...

No, no estas solo.

Espartaco dijo...

Por comentar lo de los coches. Tienes razón. El modelo económico vigente, incluso el que sale de la crisis, es ese, el del absurdo. Hay que consumir, y consummir y consumir.

No hemos aprendido nada de nada. ¿Para cuando empezaremos a cuestinarnos eso del crecimiento económico?

Guillermo dijo...

Gracias por la respuesta al llamamiento del náufrago.

Cuando uno de los blogueros más juiciosos -como Hombrere- opina, respeto. Aunque también es cierto que otros juegos de invierno se han hecho con menos de lo que tenemos o de lo que tenemos posibilidades reales tener...

Gracias fatopower.

Y sí Espartaco. El consumo desmedido no puede ser cara al futuro, la base de la economía. Quizá más que cuestionarnos el crecimiento, habrá que cuestionarse ESTE crecimiento y destinar recursos a crecer (y a vivir) de otra forma, en otros ámbitos, sin que por ello haya que dejar de fabricar coches, neveras o pulseras: cientos o miles de millones de personas no tienen nada de eso, por ejemplo.

Anónimo dijo...

No estás solo pero estamos muchas soledades a la hora de analizar cuestiones de profundidad como la que apuntas. A la Huesca muy mayoritaria le interesan otras cuestiones mucho más vanales.
Por cierto yo estoy totalemente en contra de tan siquiera plantear los juegos olímpicos de invierno ¿volver otra vez a los vivales para plantear algo que no tiene ni pies ni cabeza?. A ver que día nos acostumbramos a exigir a la administración que haga las infraestructuras porque tocan y no para juegos florales que por cada euro que aportan exigen decenas que se dilapidan.

Un saludo de Churnas

Guillermo dijo...

Gracias por venir Miguel y... yo también te acompaño en tu "soledad" de bloguero huesconita (o sea, te leo).

Respecto al proyecto olímpico difiero de tu opinión porque creo que sería una oportunidad para mucho y muchos (deseablemente la mayoría). De entrada, tienes razón en que debemos exigir las infraestructuras que nos corresponden, sin necesitar de excusas a veces más costosas. Sin embargo, la experiencia nos dice que el "peso" de Aragón (demográfico, por ejemplo = peso político en votos) es leve y en el caso de la Travesía Central, peso mosca frente al interés de las comunidades de ambos extremos que quieren mantener el oligopolio del transporte transpirenaico. Nos sobran razones. Se trata de un paso que interesa no sólo a Aragón sino a toda España. Pero ni así. Habrá que buscar si no una excusa, un subterfugio y si se da, aprovechar la ocasión.